lunes, junio 20, 2011


LAS VICTIMAS URUGUAYAS DEL TITANIC



Tres uruguayos, viajaban la fatídica noche del 14 de abril de 1912, a bordo del Titanic, la mayor obra de ingeniería naval intentada hasta entonces por el hombre.
Ninguno de los tres pudo sobrevivir al naufragio, causado por un iceberg, que abrió un boquete enorme en el casco del gigante.
El buque, se encontraba casi a medio camino entre Inglaterra y Nueva York, el puerto de destino del viaje inaugural del orgullo de la flota mercante de la Gran Bretaña.
Francisco Carrau y su sobrino José Pedro Carrau, habían abordado el buque el 10 de abril de 1912 en Southampton (Inglaterra), adquiriendo el ticket 113059, de primera clase.
Francisco Carrau, tenía 17 años de edad y provenía de una familia plenamente identificada con los negocios marítimos y de importación, Carrau & Co.
Las instrucciones sobre procedimientos de trabajo, que dejo al morir, se utilizaron por la empresa hasta bien entrada la década del 50.
Al momento de abordar el buque, se percataron que su camarote no les había sido asignado por lo que Francisco buscó a alguien con autoridad y le advirtió que provocaría un escándalo si la situación no se solucionaba.
Rápidamente su camarote le fue asignado.
El otro pasajero uruguayo, que figuraba en los registros oficiales de la compañía propietaria del RMS Titanic, era Ramón Artagaveytia, que había nacido en Montevideo en julio de 1840 y provenía de una familia plenamente ligada al mar.
Venia de sobrevivir a otro naufragio frente a las costas de nuestro país, cuando el vapor en el que viajaba-el Latina- se incendió y hundió frente a Punta Espinillo.
Las crónicas de la época señalan que venía enfrascado en una carrera con otro buque en las cercanías del puerto de Montevideo, lo que llevó a un aumento de presión en las calderas provocando un incendio que se propagó rápidamente a todo el buque.
Sólo 65 de los casi 150 pasajeros se salvaron, entre ellos Ramón, que logró saltar del buque y nadar por su vida hasta la costa.
En cartas que le envió antes de su muerte a su primo, Enrique, detalla el trauma emocional que la tragedia de aquel, ahora lejano, 24 de diciembre de 1871, le habían dejado.
Señalaba su esperanza en el nuevo sistema de trasmisión de señales, el telégrafo sin hilos.
Le cuenta- que durante la tragedia del Latina- nadie advirtió desde la costa, las señales lumínicas de auxilio que se hacían desde el buque.
Sin embargo, el “moderno” telégrafo, no pudo salvarle la vida a los uruguayos y a las más de 1500 victimas del Titanic, porque el telegrafista del SS Californian, un buque de transporte mixto que se encontraba a solo 10 millas del Titanic, tenía apagado el artilugio.
Había abordado el buque en Cherburgo con el ticket de primera clase 17609 y a pesar de que le cuenta a su primo lo cómodo de su cabina, no quedo ningún registro de donde realmente estuvo alojado a bordo del Titanic.
La causa segura de su muerte fue la hipotermia ya que al momento de ser rescatado de las aguas, tenía dos chalecos salvavidas, además de un abrigo y saco azul, chaleco blanco, botas negras y medias moradas.
Sus restos fueron entregados al cónsul uruguayo en Halifax.
En junio de 1912 recibieron sepultura en el cementerio central de Montevideo.
Los cuerpos de los Carrau, nunca fueron encontrados.

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